Uno de los principales problemas que tienen los intolerantes a la lactosa a la hora de realizar sus compras es el de evitar aquellos alimentos que tienen entre sus ingredientes este azúcar de la leche de una manera que no es totalmente evidente.
Los primeros alimentos que un intolerante debe de evitar son, lógicamente, todos aquellos que tienen que ver con la leche y sus derivados: leche de vaca, de oveja o de cabra (en general cualquier mamífero así que tampoco sería apto el queso mozzarella con leche de búfala), yogures, quesos, mantequillas o productos que los contengan.
Estos ingredientes son muy fáciles de localizar ya que en el etiquetado están marcados en negrita y es fácil darse cuenta de que están ahí. Muchos productos tienen además la leyenda de “contiene lactosa” o “no apto para intolerantes a la lactosa” que ayudan mucho, especialmente a los que acaban de saber que tienen este problema.
El problema viene cuando nos encontramos con muchos productos que, a priori, no tendrían por qué tener lactosa pero la contienen. Un ejemplo son los fiambres. Muchos contienen leche en polvo como espesante o lácticos como conservantes.
En estos casos puede ser todavía más complicado darse cuenta porque son productos que, frecuentemente, se compran al corte. El consumidor no ve la etiqueta del producto y hasta que no es consciente de que pueden llevar lactosa, no va a pedir que le vendan uno que no la lleve.
El problema es que entre tanto puede tener dolores de barriga y diarreas sin saber el motivo y hasta que lo descubra puede pasar algún tiempo en el que tendrá malestar sin saber por qué.
Incluso el alcohol puede tener lactosa y además con el agravante de que no tienen obligación de incluirlo en sus etiquetas. El motivo es que se utiliza suero de leche para el proceso de fermentación y aunque a muchos intolerantes no notan ningún síntoma, aquellos con mayor grado de sensibilidad sí pueden tener problemas.
El anís, el vodka o la ginebra son ejemplos de bebidas que suelen pequeñas cantidades de lactosa. Para estar seguros hay que recurrir a las listas que ofrecen algunas asociaciones de intolerantes o, ante la duda, escribir a los fabricantes para que nos digan si sus productos tienen o no lactosa. Algo que es efectivo pero que no es práctico en el momento en el que se quiere tomar algo.
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